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Third Sunday in Ordinary Time

The arrest of St John the Baptist, mentioned at the beginning of this Gospel passage, was a moment of transition for Jesus.

Before that point, Jesus had begun gathering his Apostles and preaching, but only on a part-time basis. As long as John continued preaching and baptizing, Jesus stayed on the side lines. But when John was arrested, that was the sign. The last prophet had been silenced, and the moment had come for Jesus, the Messiah whom all the prophets had announced, to take center stage.

St Matthew tells us that when that moment came, Jesus moved to Capernaum, a more cosmopolitan city than his small hometown of Nazareth. And then he called his first Apostles.

Peter, Andrew, James, and John had all met Jesus before, when they were still disciples of John the Baptist. They had spent time with Jesus. They had seen him perform the miracle at Cana, turning water into wine at the wedding feast. They had started to get to know him – the Gospel of John tells us that they had even come to believe that he was the Messiah. But that’s not enough for Jesus. Jesus has more to show them, and more for them to do.

So at this crucial moment, when he is ready to begin his full-time ministry, Jesus goes out to these fishermen as they did their work on the Sea of Galilee, calls them by name, and invites them to follow Him.

He established his Church and began his work of salvation with the help of these chosen apostles, and today he continues his work in the same way, calling normal fishermen, folks like you and me, to become his apostles.

So how do we respond to His call? We respond to that call by following his commandments and obeying the teachings of his Church. We respond by keeping our prayer life in shape and embracing the sacraments. We respond by looking for opportunities to draw others closer to Christ through our courageous but respectful words and through our tireless example of humility, faith, and selfless concern for our neighbor. We respond by listening for the small inspirations the Holy Spirit sends us each day – inspirations that almost always lead us out of our comfort zones for the sake of our neighbor.

Jesus calls, and we must respond, leaving behind the boat that we love and the nets that we depend on. It is not always easy to respond to Christ’s call. Life is already hard. When he asks more of us, our first reaction is usually to hesitate, or even to rebel.

That’s when we have to remember why Jesus keeps calling us. It’s because he loves us. It’s because he wants us to be with him. It’s because he knows that only he can fill our hearts with the meaning and purpose we yearn for. He calls us for our sake, and when we respond, he always stays right there at our side. He will remind us of this today during Mass.

It’s only because he has called us to be his followers that we will have this remarkable opportunity to receive God himself at Holy Communion. When we do, let’s thank him for not giving up on us, for continuing to call us – and let’s promise him that this week we will listen with extra attention.

El arresto de San Juan Bautista, mencionado al comienzo de este pasaje del Evangelio, fue un momento de transición para Jesús.

Antes de ese hecho, Jesús había comenzado a reunir y a predicar con sus apóstoles, pero sólo a tiempo parcial. Mientras Juan continuó predicando y bautizando, Jesús se mantuvo al margen. Pero cuando arrestaron a Juan, esa fue la señal. El último profeta había sido silenciado, y había llegado el momento de que Jesús, el Mesías a quién todos los profetas habían anunciado, tomara el centro del escenario.

San Mateo nos dice que cuando llegó ese momento, Jesús se mudó a Capernaum, una ciudad más cosmopolita que su pequeña ciudad natal de Nazaret. Y luego llamó a sus primeros apóstoles.

Pedro, Andrés, Jaime y Juan habían conocido a Jesús antes, cuando todavía eran discípulos de Juan el Bautista. Habían pasado tiempo con Jesús. Lo habían visto realizar el milagro en Cana, convirtiendo el agua en vino en la fiesta de bodas. Habían comenzado a conocerlo: el Evangelio de Juan nos dice que incluso habían llegado a creer que él era el Mesías. Pero eso no es suficiente para Jesús. Jesús tiene más para mostrarles y más para que ellos hagan.

Entonces, en este momento crucial, cuando está listo para comenzar su ministerio de tiempo completo, Jesús sale con estos pescadores mientras hacían su trabajo en el Mar de Galilea, los llama por su nombre y los invita a seguirlo.

Estableció su Iglesia y comenzó su obra de salvación con la ayuda de estos apóstoles elegidos, y hoy continúa su trabajo de la misma manera, llamando a pescadores normales, personas como vos y yo, a convertirse en sus apóstoles.

Entonces, ¿cómo respondemos a su llamado? Respondemos a ese llamado siguiendo sus mandamientos y obedeciendo las enseñanzas de su Iglesia. Respondemos manteniendo nuestra vida de oración en forma y abrazando los sacramentos. Respondemos buscando oportunidades para acercar a otros a Cristo a través de nuestras valientes pero respetuosas palabras y a través de nuestro incansable ejemplo de humildad, interés y fe por nuestro prójimo. Respondemos escuchando las pequeñas inspiraciones que el Espíritu Santo nos envía cada día, inspiraciones que casi siempre nos sacan de nuestras zonas de confort por el bien de nuestro prójimo.

Jesús llama, y ​​debemos responder, dejando atrás el bote que amamos y las redes de las que dependemos. No siempre es fácil responder al llamado de Cristo. La vida es dura. Cuando nos pide más, nuestra primera reacción suele ser dudar, o incluso rebelarnos.

Es entonces cuando tenemos que recordar por qué Jesús sigue llamándonos. Es porque nos ama. Es porque quiere que estemos con él. Es porque él sabe que solo él puede llenar nuestros corazones con el significado y el propósito que anhelamos. Nos llama por nuestro bien, y cuando respondemos, él siempre se queda a nuestro lado. Él nos recordará esto hoy durante la misa.

Es sólo porque nos ha llamado a ser sus seguidores que tendremos esta oportunidad notable de recibir a Dios mismo en la Sagrada Comunión. Cuando lo hagamos, agradézcamosle por no renunciar a nosotros, por seguir llamándonos, y le prometemos que esta semana lo escucharemos con más atención.

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