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Fourth Sunday in Ordinary Time


On the Fourth Sunday in Ordinary Time, we see that on the Sabbath day, Jesus entered the synagogue and taught. All those who listened to him were “astounded at his teaching, for he taught with authority and not like the scribes.”

Jesus teaches unlike any other teacher. His contemporaries said he “taught with authority, unlike the scribes.” The scribes always used to cite Sacred Scripture or Jewish tradition, to base their teachings on the authority of the word of God. Well, Jesus didn’t need to cite the word of God, because he was the word of God. In the Sermon on the Mount, for example, he contrasted himself to what Moses, their greatest teacher up until then, said to them in the desert: “You have heard that it was said — in other words, Moses said to you — ‘you shall not kill…’ ‘you shall not commit adultery… ,’ ‘an eye for an eye and a tooth for a tooth…,’ but I say to you, you shall not even be angry with a brother, or look on a woman with lust in your heart, or if anyone strikes you on the right cheek, turn and offer him the other as well” (Mt 5:20-45). Authority comes from the Latin word for “author,” and Jesus spoke with authority because he was the author, the creator, of man and the world. He could command the seas and the wind (Mk 4:41) and the demons and they would obey him, because he is the Lord of all.

Jesus continues to teach with that authority. He does so clearly at Mass. The fathers of the Second Vatican Council reminded us that “when the holy scriptures are read in Church, it is Christ himself who speaks” (Sacrosanctum Concilium, 7). That’s why we stand when the Gospel is proclaimed, because Christ himself is proclaiming it through his minister. But Christ also speaks to us with his authority through the teaching of the Church. He gave the Church his own amazing authority to continue his saving work. Before ascending into heaven, he said to his apostles: “Full authority in heaven and on earth has been given to me. Therefore go and make disciples of all nations, baptizing them in the name of the Father and of the Son and of the Holy Spirit, and teaching them to obey everything that I have commanded you” (Mt 28:18-20). He gave that authority in a special way to St. Peter, the visible head of the Church he founded, and to his successors when He said: “I will give you the keys of the kingdom of heaven, and whatever you bind on earth will be bound in heaven, and whatever you loose on earth will be loosed in heaven” (Mt 16:19). But Christ also gave his authority to the apostles as a whole (and their successors, the bishops). He made it very clear that they speak and teach in his name: “Whoever hears you hears me, and whoever rejects you rejects me” (Lk 10:16). May God help us to better hear His voice and follow him each day of our lives. Amen.

En el cuarto domingo del tiempo ordinario, vemos que en el día de reposo, Jesús, entró y enseñó en la sinagoga.Todos aquellos quiénes lo escucharon estaban “asombrados de su enseñanza, porque él enseñó con autoridad y no como los escribas”. Jesús enseñó diferente a los otros maestros. Sus contemporáneos dijeron que “enseñaba con autoridad, a diferencia de los escribas”. Los escribas, siempre solían citar la Sagrada Escritura o la tradición judía, basaban sus enseñanzas en la autoridad de la palabra de Dios. Jesús no necesita la palabra de Dios, porque él era la palabra de Dios. En el sermón del Monte, por ejemplo, contrasta con lo que Moisés, que es el mejor profesor hasta ahora, le dijo a ellos en el desierto: “Moisés te dijo a tí” – ‘tú no matarás …’ ‘tú no cometerás adulterio …,’ ‘ojo por ojo y diente por diente …,’ ‘pero te digo a tí que no debes enojarte con tu hermano, o mirar una mujer con lujuria en tu corazón, o si alguien te golpea la mejilla derecha, gira y ofrécele la otra, “(Mt 5: 20-45). La palabra autoridad proviene de la palabra latina ” autor ” y Jesús habló con autoridad, porque él era el autor, el creador, del hombre y el mundo, podría mandar a las mareas, el viento (4:41) y los demonios y ellos le obedecerían, porque él era el señor de todos. Jesús continúa enseñando con autoridad. Él lo hace con claridad en la Misa. Los padres del Concilio Vaticano II, nos recordaron que “cuando las Sagradas Escrituras son leídas en la Iglesia, es el mismo Cristo quien habla “(sacrosanctum concilium, 7). Por eso estamos parados cuando se proclama el Evangelio, porque el mismo Cristo es proclamado a través de su ministro.Pero también Cristo nos habla con su autoridad a través de la enseñanza de la Iglesia. Él dió a la Iglesia su propia autoridad para continuar su trabajo salvador. Antes de subir al cielo, dijo a sus apóstoles: “la autoridad plena en el cielo y en la tierra, se me ha dado a mí, por lo tanto, deben ir y formar discípulos de todas las Naciones, bautizarlos en el nombre del Padre y del Hijo” y del Espíritu Santo, y enseñarles a ellos a obedecer todo lo que yo les he ordenado “(Mt 28: 18-20). El dió la autoridad de una manera especial a San Pedro, la cabeza visible de la Iglesia que él fundó, y sus sucesores cuando les dijo: “te daré las llaves del Reino del cielo, y lo que se ate en la tierra será atado en el cielo, y lo que sueltes en la tierra será desatado en el cielo “(Mt 16:19). También Cristo dió su autoridad a los apóstoles en su conjunto (y a sus sucesores, los obispos). Él lo hizo muy claro para los que hablan y enseñan en su nombre: “el que lo oye a usted, me oye mí, y el que lo rechaza a usted, me rechaza mí” (Lc 10:16). Puede Dios nos ayude a escuchar su voz y a seguirlo cada día de nuestras vidas. Amén.

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