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Second Sunday of Advent

Here are two thoughts to reflect on today, on this second Sunday of Advent. The first is, why did St. John the Baptist go to the Desert? He went to the desert in order to be closer to God. The Israelites learned to depend on God while in the desert. He gave them manna and quail to nourish them in their hunger and sent forth water from a rock to quench their thirst. In the desert, St. John the Baptist not only learned to depend on God, but he was also prepared to be that voice, crying out to us to repent and make straight the paths to God.

Think about it: Oftentimes, there are moments in our lives that seem like we are in a desert, (times when we seem spiritually dry, times when we can’t seem to pray; times when we feel alone perhaps because of overwhelming news and there can be times when we feel afraid because of unexpected changes in our lives); but it is in these moments that God brings us closer to him. In these moments, pause everything (if you can) and open your heart up to God, look up to God, seek God. We should not be afraid of experiencing dryness or difficulties in prayer because it is then when God helps us to seek him more ardently and trust more in him.

The second thought is on how did he prepare in the desert? St. John the Baptist inspired numerous conversions because of his powerful spiritual lifestyle. As part of his desert practice to achieve a closer union with God, he spent countless hours in prayer with God, ate a meager diet and dressed in coarse clothing. People listened to him because his entire way of life spoke to them about God. St. John’s baptism helped wash away their old attitudes and ways of thinking.

By requesting his baptism they showed their decision to let God in and purify their hearts. We must not forget that this Advent is a time to make room for Christ to enter into our hearts. We need him to be a real part of our lives. I have to let go of the old way of thinking and acting and put on Christ in a real and visible way, so that my entire lifestyle can better reflect God’s presence to others.

My dear Lord, you chose to become like me in order to bring me closer to you. So many worries, so many needless matters, Lord, distract me from seeking a closer friendship with you. Help me to put things in their proper perspective and value what matters to you alone. Lord, reveal yourself more to me during this holy season of Advent. Amen.

Aquí hoy tenemos dos pensamientos para reflexionar, en este segundo domingo de Adviento. El primero es, ¿por qué San Juan Bautista fue al desierto? El se fue al desierto para estar más cerca de Dios. Los israelitas aprendieron a depender de Dios mientras estaban en el desierto. Les dio maná y codornices para alimentarlos su hambre y envió agua de una roca para calmar su sed. En el desierto, San Juan Bautista no sólo aprendió a depender de Dios, sino que también estaba preparado para ser esa voz, clamándonos que nos arrepintiéramos y que enderezáramos los caminos hacia Dios.

Pensemos : a menudo, hay momentos en nuestras vidas que parece que estamos en un desierto (momentos en que parecemos espiritualmente secos, momentos en los que parece que no podemos orar; momentos en los que nos sentimos solos tal vez debido a noticias abrumadoras y puede haber momentos en los que tengamos miedo debido a cambios inesperados en nuestras vidas); pero es en estos momentos que Dios nos acerca a él. En estos momentos, hagamos una en todo (si puedes) y abre tu corazón a Dios, admíralo, busca a Dios. No debemos tener miedo de experimentar sequedad o dificultades en la oración porque es entonces cuando Dios nos ayuda a buscarlo con más fervor y a confiar más en él.

El segundo pensamiento es sobre cómo se preparó en el desierto. San Juan Bautista inspiró numerosas conversiones debido a su poderoso estilo de vida espiritual. Como parte de su práctica en el desierto para lograr una unión más cercana con Dios, pasó incontables horas en oración con Dios, comió una dieta escasa y se vistió con ropa tosca. La gente lo escuchaba porque toda su forma de vida les hablaba de Dios. El bautismo de San Juan ayudó a eliminar sus actitudes y formas de pensar viejas.

Al solicitar su bautismo, mostraron su decisión de dejar entrar a Dios y purificar sus corazones. No debemos olvidar que este Adviento es un tiempo para hacer espacio para que Cristo entre en nuestros corazones. Necesitamos que sea una parte real de nuestras vidas. Tengo que dejar de lado la vieja forma de pensar y actuar y poner a Cristo de una manera real y visible, para que todo mi estilo de vida pueda reflejar mejor la presencia de Dios a los demás.

Mi querido Señor, elegiste ser como yo para acercarme más a ti. Tantas preocupaciones, tantos asuntos innecesarios, Señor, distraeme de buscar una amistad más cercana contigo. Ayúdame a poner las cosas en su perspectiva adecuada y valorar lo que sólo te importa. Señor, revélate más a mí durante esta temporada santa de Adviento. Amén.

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