Advent is a time which helps us relive that profound mystery—the dawning of our salvation when in the fullness of time God sent his Son to be born of a woman to bring those under the grip of the law into their status as adopted Sons. In a word– to begin the work of our redemption. “For God so loved the world that He sent his only begotten Son so that all who believe in Him may not perish, but may have eternal life.” [Jn.3:15] Everything the Church does—education, health care, hospitals, child care, elder care, counseling; feeding the hungry, clothing the naked, sheltering the homeless—all these things and more she does differently from anyone else who attempts them. The reason she does these things differently is because her end or purpose in doing them is different. The purpose is simply salvation, the salvation of souls. The only reason why the Church exists at all is the same reason why Jesus came on earth—to seek out and save what was lost. Not only is salvation the very reason for the Church’s existence, it is also the ultimate reason for our very own existence, the end, the goal, the purpose, the final cause, the meaning of everyone’s existence. “What does it profit a man to gain the whole world but to suffer the loss of his soul?” What does it matter if you get into Harvard but not into heaven? The old catechism put it so simply and clearly. After the question, “Who is God?” came the next most important question that any human being can ask himself, “Why did God make me?” “He made me to know him, to love him, to serve him in this life and to be happy with him forever in the next.” Imagine not knowing the answer to that question, to set out on the wide seas of life and not know where you are supposed to be going? Imagine weighing anchor or lifting off the tarmac and having neither a map, nor flight plan, nor compass? Who would be so foolish as to do such a thing? Why do we think we can do it with our lives? Advent is a time when we focus more closely and personally on the very reason why we’re here at all.
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El Adviento es un momento que nos ayuda a revivir ese profundo misterio: el amanecer de nuestra salvación, cuando en la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo a nacer de una mujer para llevar a los que están bajo el control de la ley a su condición de hijos adoptivos. En una palabra – para comenzar el trabajo de nuestra redención. “Porque tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo unigénito para que todos los que creen en Él no perezcan, sino que tengan vida eterna”. [Jn.3: 15]
Todo lo que hace la Iglesia: educación, atención médica, hospitales, atención infantil y a ancianos, asesoramiento; alimentando a los hambrientos, vistiendo a los desnudos, protegiendo a las personas sin hogar, todas estas cosas y más, las hace de manera diferente a cualquier otra persona que las intente. La razón por la que hace estas cosas de manera diferente es porque su fin o propósito al hacerlas es diferente. El propósito es simplemente la salvación de las almas. La única razón por la que la Iglesia existe, es la misma razón por la que Jesús vino a la tierra: para buscar y salvar lo que se perdió.
La salvación no sólo es la razón misma de la existencia de la Iglesia, sino también es la razón última de nuestra propia existencia, el fin, la meta, el propósito, la causa final, el significado de la existencia de todos. “¿De qué le sirve a un hombre ganar todo el mundo, pero sufrir la pérdida de su alma?” ¿Qué importa si entras en Harvard pero no en el cielo? El viejo catecismo lo expresó de manera tan simple y clara. Después de la pregunta, “¿Quién es Dios?” Vino la siguiente pregunta más importante que cualquier ser humano puede preguntarse: “¿Por qué Dios me hizo?” “Me hizo conocerlo, amarlo, servirlo en esta vida. Y ser feliz con él para siempre en el próximo “.
¿Imagina no saber la respuesta a esa pregunta, para zambullirte en los grandes mares de la vida y no saber a dónde se supone que debes dirigirte ? ¿Imagina pesar el ancla o despegar de la pista y no tener ni un mapa, ni un plan de vuelo, ni una brújula? ¿Quién sería tan tonto como para hacer tal cosa? ¿Por qué pensamos que podemos hacerlo con nuestras vidas?
El Adviento es un momento en el que nos enfocamos más de cerca y personalmente en la razón por la que estamos aquí.
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