Devotion to the Poor Souls by Fr. John A. Hardon, S.J. (Part 2)
It must seem strange to speak of devotion to the Poor Souls. But it is not really strange. Devotion to the Poor Souls has two sides: our side and the side of the souls in purgatory.
On their side, the Poor Souls are united with us in the one Kingdom of Christ. They can pray and obtain blessings for us here on earth. They are united, as the Second Vatican Council teaches, with the pilgrim Church in the Communion of Saints. We are therefore encouraged to invoke their aid, with a confidence of being heard by those who understand our needs. They know from their own experience what it means to carry the cross here on earth.
On our side we are to do everything we can to help the Poor Souls in the Church Suffering. The sufferings in purgatory are not the same for all. They depend on each person’s degree of sinfulness. St. Thomas Aquinas held that the least pain in purgatory is greater than the worst pain in this life. St. Bonaventure held that the worst suffering after death was greater than the worst suffering on earth, but the same could not be said regarding the least pain in purgatory. In general, however, we should say that the pains of purgatory are greater than those on earth.
What does it mean to pray for the Poor Souls? It means everything that we can offer for the faithful departed. We can offer our bodily pains in expiation for their sins. We can offer our spiritual sufferings, our disappointments and fears, our discouragement and estrangement from those we love. We can offer our vocal prayers, like the Rosary, the Memorare, the Angelus, the recitation of the Divine Office. We can offer our mental prayers, like the Way of the Cross, our daily meditation and examination of conscience. We can offer our mortifications, like giving up some delicacy at table, or performance of some unpleasant work.
But the most effective offering we can make for the Poor Souls is the Holy Eucharist at the Sacrifice of the Mass, Holy Communion and adoration of the Blessed Sacrament. Over the centuries, the Catholic faithful have by now offered countless Masses for the Poor Souls. In the Society of Jesus, we priests are expected to offer one Mass each month for all the deceased Jesuits. This amounts to over sixteen thousand Masses that are to be said every month for the members of the Society of Jesus who are still in purgatory.
May I offer a recommendation? During the month of November, I suggest that we make a list of all the deceased persons whom we wish to specially remember in our Masses, prayers and sacrifices for the repose of their souls. Add to this list as those enter eternity whom you wish to specially commend to the mercy of God. This, by the way, is called a Necrology. Every Catholic diocese in the world has a Necrology of its deceased priests. Every family should have its own Necrology of deceased members whom we daily remember to our merciful Lord.
Every time you say the grace after meals, be sure to add the invocation, “May the souls of the faithful departed, through the mercy of God, rest in peace. Amen.” In every Rosary you recite, do not forget to say after each decade, ” O, my Jesus, forgive us our sins, save us from the fires of hell, and bring all souls to heaven, especially those who are in most need of thy mercy.”
Remember that devotion to the Poor Souls is really a covenant between them and us. We pray and sacrifice for them, They can pray and suffer for us. They appreciate whatever help we give them, to lessen their suffering and to shorten their stay in Purgatory. They will continue to show their appreciation when we join them in a heavenly eternity.
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Devoción a las almas pobres por el Padre John A. Hardon, S.J. (Parte 2)
Debe parecer extraño hablar de devoción a las Almas Pobres pero no lo es realmente. La devoción a las almas pobres tiene dos lados: nuestro lado y el lado de las almas en el purgatorio.
Por su parte, las Almas Pobres están unidas con nosotros en el único Reino de Cristo. Ellas pueden orar y obtener bendiciones para nosotros aquí en la tierra. Están unidas, como enseña el Concilio Vaticano II, con la Iglesia peregrina en la Comunión de los Santos. Por lo tanto, nos alienta a invocar su ayuda, con la confianza de ser escuchados por aquellos que entienden nuestras necesidades. Saben por su propia experiencia lo que significa llevar la cruz aquí en la tierra.
De nuestro lado debemos hacer todo lo posible para ayudar a las Pobres Almas en el sufrimiento de la Iglesia. Los sufrimientos en el purgatorio no son iguales para todos. Éstos dependen del grado de pecaminosidad de cada persona. Santo Tomás de Aquino sostuvo que el menor dolor en el purgatorio es mayor que el peor dolor en esta vida. San Buenaventura sostuvo que el peor sufrimiento después de la muerte fue mayor que el peor sufrimiento en la tierra, pero no podía decirse lo mismo sobre el menor dolor en el purgatorio. En general, sin embargo, deberíamos decir que los dolores del purgatorio son mayores que los de la tierra. ¿Qué significa rezar por las Almas Pobres? Significa todo lo que podemos ofrecer a los fieles difuntos. Podemos ofrecer nuestros dolores corporales en expiación por sus pecados. Podemos ofrecer nuestros sufrimientos espirituales, nuestras decepciones y miedos, nuestro desánimo y distanciamiento de aquellos a quienes amamos. Podemos ofrecer nuestras oraciones vocales, como el Rosario, la Memoria, el Ángelus, la recitación del Oficio Divino. También podemos ofrecer nuestras oraciones mentales, como el Vía Crucis, nuestra meditación diaria y nuestro examen de conciencia. Podemos ofrecer nuestras mortificaciones, como renunciar a un poco de delicadeza en la mesa o realizar algún trabajo desagradable.
Pero la ofrenda más efectiva que podemos hacer por las Almas Pobres es la Sagrada Eucaristía en el Sacrificio de la Misa, la Sagrada Comunión y la adoración del Santísimo Sacramento. A lo largo de los siglos, los fieles católicos han ofrecido innumerables misas por las almas pobres. En la Compañía de Jesús, se espera que los sacerdotes ofrezcamos una misa cada mes para todos los jesuitas fallecidos. Esto equivale a más de dieciséis mil misas que se dirán cada mes para los miembros de la Compañía de Jesús que todavía están en el purgatorio. ¿Puedo ofrecer una recomendación? Durante el mes de noviembre, sugiero que hagamos una lista de todas las personas fallecidas que deseamos recordar especialmente en nuestras misas, oraciones y sacrificios por el descanso de sus almas. Agreguemos a esta lista a medida que ingresan a la eternidad a quiénes desean recomendar especialmente a la misericordia de Dios. Esto, por cierto, se llama Necrología. Cada diócesis católica del mundo tiene una necrología de sus sacerdotes fallecidos. Cada familia debe tener su propia Necrología de miembros fallecidos a quienes recordamos diariamente a nuestro Señor misericordioso.
Cada vez que dices gracias después de las comidas, asegúrate de agregar la invocación: “Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén”. En cada Rosario que recites, no olvides decir después de cada década: “Oh, Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva todas las almas al cielo, especialmente a las que más necesitan tu misericordia.”
Recuerden que la devoción a las Almas Pobres es realmente un pacto entre ellos y nosotros. Oramos y nos sacrificamos por ellos. Ellos pueden orar y sufrir por nosotros. Aprecian cualquier ayuda que les demos, para disminuir su sufrimiento y acortar su estadía en el Purgatorio. Continuarán mostrando su agradecimiento cuando nos unamos a ellos en una eternidad celestial.
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