Here is a great reflection from this past Tuesday’s Liturgy of the Hours, Office of Readings, from a treatise on the Gospel of Saint Matthew by Saint Chromatius, bishop.
“You are the light of the world. A city set on a hill cannot be hidden. Nor do men light a lamp only to put it under a bushel basket; they put it on a stand where it gives light to all in the house. The Lord called his disciples the salt of the earth because they seasoned with heavenly wisdom the hearts of men, rendered insipid by the devil. Now he calls them the light of the world as well, because they have been enlightened by him, the true and everlasting light, and have themselves become a light in the darkness.
Since he is the Sun of Justice, he fittingly calls his disciples the light of the world. The reason for this is that through them, as through shining rays, he has poured out the light of the knowledge of himself upon the entire world. For by manifesting the light of truth, they have dispelled the darkness of error from the hearts of men.
Moreover, we too have been enlightened by them. We have been made light out of darkness as the Apostle says: For once you were darkness, but now you are light in the Lord; walk as children of light. He says another time: For you are not sons of the night and of darkness, but you are all sons of light and of the day.
Saint John also rightly asserts in his letter: God is light, and whoever abides in God is in the light just as God himself is in the light. Therefore, because we rejoice in having been freed from the darkness of error, we should always walk in the light as children of light. This is why the Apostle says: Among them you shine as lights in the world, holding fast to the word of life.
If we fail to live in the light, we shall, to our condemnation and that of others, be veiling over and obscuring by our infidelity the light men so desperately need. As we know from Scripture, the man who received the talent should have made it produce a heavenly profit, but instead he preferred to hide it away rather than put it to work and was punished as he deserved.
Consequently, that brilliant lamp which was lit for the sake of our salvation should always shine in us. For we have the lamp of the heavenly commandment and spiritual grace, to which David referred: Your law is a lamp to my feet and a light to my path. Solomon also says this about it: For the command of the law is a lamp.
Therefore, we must not hide this lamp of law and faith. Rather, we must set it up in the Church, as on a lampstand, for the salvation of many, so that we may enjoy the light of truth itself and all believers may be enlightened.”
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Aquí tenemos una gran reflexión del martes pasado, de la Liturgia de las Horas, Oficina de Lecturas, de un tratado sobre el Evangelio de San Mateo por San Cromatio, obispo.
“Tú eres la luz del mundo. Una ciudad situada en una colina no puede ser escondida. Los hombres no encienden una lámpara sólo para ponerla debajo de una canasta; la ponen en un soporte donde ilumina a todos en la casa. El Señor llamó a sus discípulos la sal de la tierra porque sazonaron con sabiduría celestial los corazones de los hombres, insípidos por el diablo. Ahora él también los llama la luz del mundo, porque han sido iluminados por él, la luz verdadera y eterna, y se han convertido en una luz en la oscuridad.
Ya que él es el Sol de la Justicia, llama apropiadamente a sus discípulos la luz del mundo. La razón de ésto es que a través de ellos, como a través de los rayos brillantes, ha derramado la luz del conocimiento de sí mismo sobre el mundo entero. Porque al manifestar la luz de la verdad, han disipado la oscuridad del error de los corazones de los hombres.
Además, nosotros también hemos sido iluminados por ellos. Hemos sido iluminados de la oscuridad como dice el Apóstol: Por una vez fuiste oscuridad, pero ahora eres luz en el Señor; caminad como hijos de la luz. Dice otra vez: porque no sois hijos de la noche y de la oscuridad, sino que todos sois hijos de la luz y del día.
San Juan también afirma con razón en su carta: Dios es luz, y el que permanece en Dios está en la luz, así como Dios mismo está en la luz. Por lo tanto, debido a que nos regocijamos por haber sido liberados de la oscuridad del error, siempre debemos caminar en la luz como hijos de la luz. Por eso el apóstol dice: entre ellos brillan como luces en el mundo, aferrándose a la palabra de vida.
Si dejamos de vivir en la luz, debemos, a nuestra condena y la de los demás, estar ocultándonos por nuestra infidelidad que los hombres ligeros necesitan desesperadamente. Como sabemos por las Escrituras, el hombre que recibió el talento debería haber hecho que produjera una ganancia celestial, pero en lugar de eso, prefirió ocultarlo en lugar de ponerlo en funcionamiento y fue castigado como merecía.
En consecuencia, esa lámpara brillante que fue encendida para nuestra salvación siempre debe brillar en nosotros. Porque tenemos la lámpara del mandamiento celestial y la gracia espiritual, a lo que David se refirió: Tu ley es una lámpara para mis pies y una luz para mi camino. Salomón también dice esto al respecto: Porque el mandato de la ley es una lámpara.
Por lo tanto, no debemos esconder esta lámpara de ley y fe. Más bien, debemos establecerlo en la Iglesia, como en un candelero, para la salvación de muchos, para que podamos disfrutar de la luz de la verdad misma y que todos los creyentes estén iluminados”.