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Twenty-Third Sunday in Ordinary Time


In this weekend’s Gospel we glimpse the awe of those who witnessed Jesus’ miracles and works. Jesus, in the scene we encounter today, had already made their hearts burn with his preaching. They had seen him cast out demons, cure many who were sick, feed a multitude with few pieces of bread and fish, walk on water and even raise a young boy and a young girl from the dead.

“He has done all things well!” This line of joyful amazement in front of Jesus should be the Christian motto. “Jesus has done all things well!” In his preaching, in his miracles, especially in his salvific passion, death and resurrection, each of us should cry out with the residents of the Decapolis that the Lord has indeed hit a homerun on every swing. And his work hasn’t stopped. He continues to listen to us in prayer. He continues to grant miracles directly and through the intercession of saints. He continues to nourish us in the sacraments.

This motto, which really is the characteristically-Christian attitude, is being challenged in many segments of our culture today.  Many in our culture treat the Lord and the Church he founded as “behind the times,” not “with it.” To them it is a modern irrelevancy. As our society is becoming less Christian, more of these false ideas have been invading the minds of believers, and this is a much greater concern.

I wonder if Jesus were here today and were to start to ask us whether we think he did all things well, how we would respond. In general, I think all of us would want to respond that, “yes.” But it’s when we turn to specific issues that we see whether we, like the residents of the Decapolis, truly praise him for doing not just some things well, but all things well. I think that we could propose several very relevant test questions Jesus might ask us and our contemporaries to determine if we really trust him as God to do everything perfectly for us and our salvation. Here are eight possible ones:

  1. “If you really believe that I have done all things well, do you come to me with trust in the Sacrament I established to forgive your sins?

  2. “Do you believe that I did well in making marriage the indissoluble union of one man and one woman, in calling you back to God’s plan for marriage in the beginning?

  3. “Do you believe that I knew what I was doing when I ordained only men to be my apostles and priests?

  4. “Do you believe that I did all things well in reiterating for you the Ten Commandments?

  5. “Do you believe that I did well in establishing the sacrament of my body and blood as the source of our personal loving communion and stating that unless you eat my flesh and drink my blood you have no life in you?

  6. “Do you believe that I did well in setting a high standard for discipleship, or do you think I should have made it easy?

  7. “Do you believe that I did well in teaching you the path to happiness when I gave you the beatitudes?

  8. “Do you believe that I did all things well in establishing a heaven and a hell, or do you think I would have been more loving if everyone were to get to heaven no matter what he or she does in life?

In today’s Gospel, Jesus says to the deaf-mute, “Ephphatha!,” “Be opened!” and his ears were opened to hear God’s word and his lips were opened to praise God and spread his Good News. On the day of our baptism, Christ through the priest who baptized us touched our ears and our lips and said the same words, “Be opened!” Lord, help us to use the ears you gave us to listen to your Word and the mouths you gave us to spread that saving Word, with enthusiasm, to everyone we meet.  Amen.

En el Evangelio de este fin de semana vislumbramos el asombro de aquellos que presenciaron en vivo, los milagros y las obras de Jesús. Él, en la escena que encontramos hoy, con su predicación ya había hecho arder sus corazones. Lo habían visto expulsar demonios, curar a muchos que estaban enfermos, alimentar a una multitud con pocos pedazos de pan y pescado, caminar sobre el agua e incluso resucitar a un niño y niña de entre los muertos.

“¡Él ha hecho todas las cosas bien!” Esta línea de asombro gozoso frente a Jesús debería ser el lema cristiano. “¡Jesús ha hecho todas las cosas bien!” En su predicación, en sus milagros, especialmente en su pasión salvadora, muerte y resurrección, cada uno de nosotros debe gritar con los residentes de la Decápolis que el Señor ha conectado un jonrón en cada swing . Y su trabajo no se ha detenido. Él continúa escuchándonos en oración. Él continúa otorgando milagros directamente y mediante la intercesión de los santos. Él continúa nutriéndonos en los sacramentos.

Este lema, que en realidad es la actitud cristiana característica, está siendo desafiado hoy en día en muchos segmentos de nuestra cultura. Muchos en nuestra cultura tratan al Señor y a la Iglesia que él fundó como “detrás de los tiempos” y no sólo eso”. Para ellos es una irrelevancia moderna. A medida que nuestra sociedad se vuelve menos cristiana, más de estas ideas falsas han invadido las mentes de los creyentes, y ésta es una preocupación mucho mayor.

Me pregunto si Jesús estuviera aquí hoy y empezara a preguntarnos si creemos que él hizo todas las cosas bien, cómo responderíamos. En general, creo que todos querríamos responder que “sí”. Pero es cuando volvemos a cuestiones específicas que vemos si nosotros, como los residentes de la Decápolis, realmente lo elogiamos por no sólo hacer bien algunas cosas sino todas, creo que podríamos proponer varias preguntas muy relevantes como prueba. Jesús podría pedirnos a nosotros y a nuestros contemporáneos que determinemos si realmente confiamos en él como Dios, de que haya hecho todo perfectamente para nosotros y para nuestra salvación. Aquí hay ocho posibles preguntas:

  1. “Si realmente crees que he hecho todas las cosas bien, ¿vienes a mí con confianza en el sacramento que establecí para perdonar tus pecados?

  2. “¿Crees que hice bien al hacer del matrimonio la unión indisoluble de un hombre y una mujer, al volver a llamarte al plan de Dios para el matrimonio?

  3. “¿Crees que sabía lo que estaba haciendo cuando ordené solo hombres para ser mis apóstoles y sacerdotes?

d.”¿Crees que hice todas las cosas bien al reiterar para ti los Diez Mandamientos?

  1. “¿Crees que hice bien al establecer el sacramento de mi cuerpo y mi sangre como la fuente de nuestra comunión personal amorosa y que, a menos que comas mi carne y bebas mi sangre, no tienes vida en ti?

  2. “¿Crees que hice bien al establecer un estándar alto para el discipulado, o crees que debería haberlo hecho fácil?

g.”¿Crees que hice bien en enseñarte el camino a la felicidad cuando te di las bienaventuranzas?

  1. “¿Crees que hice todo bien en establecer un cielo y un infierno, o crees que habría sido más afectuoso si todos llegaran al cielo sin importar lo que él o ella hiciera en la vida?

En el Evangelio de hoy, Jesús le dice al sordomudo: “¡Ephphatha!”, “¡Ábrete!” Y se le abrieron los oídos para escuchar la palabra de Dios y los labios para alabar a Dios y difundir sus Buenas Nuevas. El día de nuestro Bautismo, Cristo, a través del sacerdote que nos bautizó, tocó nuestros oídos y nuestros labios y dijo las mismas palabras: “¡Abridlos!” Señor, ayúdanos a usar los oídos que nos diste para escuchar tu palabra y la boca que nos diste para difundir esa Palabra salvadora, con entusiasmo, a todos los que encontramos. Amén.

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