Over the next few weeks, I’d like to publish a few weekday homilies I gave during the 7th week of Easter, in which I explained how to better understand how the Holy Spirit works in our souls. Here is Part 1, on The Action of the Holy Spirit.
It is not possible to form a clear idea of the action of the Holy Spirit in us without certain basic concepts which make it easier to understand this action.
We are formed of body and soul. The body lives by means of its natural development and by way of the activity of its organs.
The soul has natural life in the activity of all its faculties, and also enjoys a supernatural life communicated to it by the goodness of God: the life of grace, or a sharing in the very life of God.
This life does not deprive us of our free will. On Earth, this life can grow in us and be perfected, just as in the field plants and trees grow from living shoots and bear fruit.
Therefore, we must perfect ourselves throughout the course of our mortal life, according to the state in which God has placed us and the mission we are to fulfill on earth, so as to enrich ourselves with merit and gain eternal life.
The process of becoming perfect entails an inner struggle, because composed of body and soul, united so as to form a single nature and person, our lower powers ardently tend to pleasure, whereas the higher to the good; and so, these powers often find themselves in conflict: flesh against spirit and spirit against flesh; will against passion and passion against will.
For this reason, the Holy Spirit calls this life all warfare.
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En las próximas semanas, me gustaría publicar algunas homilías que di durante la séptima semana de Pascua, en las que les expliqué cómo entender mejor la labor del Espíritu Santo en nuestras almas. Aquí está la Parte 1, sobre La acción del Espíritu Santo.
No es posible formar una idea clara de la acción del Espíritu Santo en nosotros sin tener en cuenta ciertos conceptos básicos que facilitan la comprensión de esta acción.
Estamos formados de cuerpo y alma. El cuerpo vive por medio de su desarrollo natural y de la actividad de sus órganos.
El alma tiene vida natural en la actividad de todas sus facultades, y también goza de una vida sobrenatural comunicada por la bondad de Dios: la vida de la gracia, o un compartir en la vida misma de Dios.
Esta vida no nos priva de nuestro libre albedrío. En la Tierra, esta vida puede crecer en nosotros y perfeccionarse, al igual que en el campo, las plantas y los árboles crecen a partir de brotes vivos y dan fruto.
Por lo tanto, debemos perfeccionarnos a lo largo de nuestra vida mortal, de acuerdo con el estado en que Dios nos ha colocado y la misión que debemos cumplir en la tierra, para enriquecernos con el mérito y obtener la vida eterna.
El proceso de llegar a ser perfecto implica una lucha interna, porque está compuesto de cuerpo y alma, unidos para formar una sola naturaleza y persona, nuestras energías inferiores ardorosamente tienden al placer, mientras que los superiores gozan ardientemente del bien; y así, estos poderes a menudo se encuentran en conflicto: carne contra espíritu y espíritu contra carne; voluntad contra la pasión y la pasión en contra de la voluntad.
Por esta razón, el Espíritu Santo llama a esta guerra durante toda la vida.
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